Cuando el disentimiento llega a estar dominado por “proposiciones emotivas”, la población tiene un serio problema. El “discurso de odio" es una proposición falsa, cuya principal función es dejar sentada la superior moral con la que te sientes; y que dictamina “una suspensión voluntaria de la racionalidad crítica a favor de una respuesta emocional inmediata”.

La élite progresista tiene una necesidad cansina por monopolizar la moral y mirar por encima del hombro a quienes rechazamos sus pantomimas narcisistas.

Hemos llegado al punto en que se desprecia abiertamente a la gente que sea crítica con las absurdas políticas progresistas.

No podemos prohibir la corrección política, ya que eso sería simplemente reproducir la enfermedad. Pero podemos ridiculizarla.

Podemos, mediante un esfuerzo colaborativo, seguir utilizando el lenguaje como deberíamos, seguir haciendo comentarios y expresar pensamientos ofensivos hacia los censores, y seguir mostrando desprecio por sus formas de censura. Me parece que este es el único antídoto disponible.

Funcionará sólo si buscamos que la gente ridiculice y ponga en práctica los argumentos en su contra.”

-Roger Scruton